Heal the World. Enfoque holístico de las discapacidades

«Cura al mundo, hazlo un lugar mejor, para ti y para mí y para la raza humana entera…»



Dudaba entre sí escribir o no, este artículo, cuando ha sonado este tema en la radio que, además de sugerirme un buen título, ha conseguido que la idea del artículo haya cobrado fuerza en mi interior. He de decir que no es la primera vez que lo escucho en perfecta sincronía así que al sonar las primeras notas he esbozado una sonrisa y me lo he tomado como una señal de ¡adelante!

Las dudas que me asaltaban tienen que ver con «lo espinoso» del tema ya que en estos días que ando «arriba y abajo» con el tema de la riqueza/pobreza se ha me cruzado por medio el tema de la discapacidad que no es para menos. La primera vez que una de estas imágenes llamó a mi puerta y pese al impacto que causó en mi memoria, no quise entrar en materia, incluso pensé que podría ser un error y que no debí de conectar en ese momento el televisor... La cuestión es que no quise pronunciarme pensando que no iba conmigo pero en mi interior sabía que si lo vi era por algo…

¿Qué es lo que vi? Una llamada de socorro de una familia a la que su sueldo no le llegaba para pagar los gastos mensuales de alquiler, comida, medicamentos, etc., y que estaban al borde del desahucio. Pero lo que llamó mi atención no fue su precaria economía (esto ya no es noticia), sino las características de esta familia en lo que a su funcionalidad/salud se refiere. La verdad es que era y perdónenme la expresión, algo dantesco: el padre en silla de ruedas por una enfermedad degenerativa y creo recordar que también diagnosticado de cáncer, uno de sus dos hijos con parálisis cerebral muy grave y su otro hij@ con otro tipo de discapacidad; la madre parecía muy poquita cosa y ambos, padre y madre, hablaban del suicidio como una posible salida ante la idea de verse en la calle con sus hijos. La llamada de socorro era para recaudar fondos ya que al parecer habían dejado de recibir las ayudas del estado.

Cuando el informativo pasó página, mi mente se quedó en blanco durante unos minutos ya que no sabía donde cuadrar esta información que, de forma tan clara, quedó impresa en mi conciencia. Así que la dejé «colgando» esperando que surgiera alguna otra impresión que le diera un contexto evolutivo. 

Cuando ayer, estando de compras en el «súper», otra familia «disfuncional en grado extremo» se me puso delante pero, delante, delante, lo que yo entiendo por delante; y es que, cada vez que daba un paso o cambiaba de pasillo, estaban a 2 cm de mi persona, llegando incluso a obstaculizarme el paso… Entendí que la cosa iba de lo que iba y tendría que escribir mis impresiones sobre el tema teniendo en cuenta que mi intención cuando escribo es dar un enfoque holográfico de las cosas que observo por el mundo. 

Consciente de que no es la primera vez que observo de cerca a familias con este grado de ¿[1]dejadez? Y que cuando esto sucede, las impresiones que recibo hacen que todo mi ser se conmueva y quede embargado por una tristeza absoluta, tanta, que he de controlar mis emociones para que mi sentido de la humanidad no rompa en sollozos en medio de la «gente»…
Me dispongo a recuperar en mi memoria las claves que, desde un punto de vista holográfico, han perdido estas familias para así restablecer la paz en mi alma y en mi corazón con la esperanza de que algo de esta luz que ilumina mi conciencia y que ahora comparto con vosotros, llegue a las conciencias de estas pobres almas… 

¿Qué es lo que vi? Una madre, ya anciana, que por su aspecto desaliñado y áspero denotaba una gran falta de ternura y atención hacia ella misma y hacia su entorno; ternura y afecto que probablemente habrá ido perdiendo con los años y el sufrimiento. A su lado un hijo con síndrome de Dow de los de «antes» y creo que todos los que me leen entienden la imagen que quiero transmitirles: es un varón, está poco educado, y se le ve/huele sucio, está obeso y se le nota inmaduro en su aspecto emocional, aunque debe de tener ya bastante años. Pendiente de ellos dos, otro hijo, este «normal» que arrastra el carro de la compra, un varón de edad indefinida con una expresión en su rostro y gestos que es todo un poema ofreciendo la imagen de la tristeza/desesperación más absoluta.

No quiero que penséis que me quedé como una «boba» mirándoles fijamente, es que sus características eran apreciables a nada que se acercaran a ti y, en mi caso, pasaron muy cerca en varias ocasiones, tan cerca que pude apreciar que a la madre le faltaban varios dedos de su mano izquierda lo que todavía empobrecía más si cabe su imagen física/funcional. 

Después de esto salí convencida de que tendría que encontrar en mi memoria las claves de estas dos historias para otorgarles un sentido en mi mapa del mundo, aunque como es un tema público/profesional quizás sería más apropiado decir, queridos lectores, en nuestro mapa del mundo…

Poniéndome en los ojos de un niño o de las personas que no «creen», lo primero que estas imágenes despiertan en mi conciencia es un ¿por qué?, aunque, rápidamente, paso de ese nivel de conciencia elemental que nos lleva de cabeza al pasado y a una cantidad inmensa de malas elecciones y, utilizando la analogía de un tejido espacio/tiempo existencial, yo diría que han confluido en un rasgón o rotura de dicho tejido espacio/tiempo que hace que, a su vez, se te rompa el alma si te paras a «observarlas»

Y ¿qué hacen las personas cuando tienen una rotura en sus vidas, en sus vestidos, en sus calles, etc.? Pues la arreglan como pueden o saben y siguen adelante. Y si no pueden o saben piden ayuda a su familia, a sus amigos o vecinos, incluso al estado como último o como primer recurso todo depende de la época que vivamos y de lo que cubra el estado. Pero hasta aquí todo es PASADO y no me gusta quedarme mucho tiempo en ese espacio ya que es propio de niños o de débiles así que poniéndome en los ojos de una persona fuerte y centrada en el presente me pregunto ¿para qué? 


¿Qué función tienen en el registro evolutivo, aquí y ahora, estas vivencias extremas?

Si yo sé que todo lo que sucede (nos guste o no), tiene un sentido positivo para el grueso de la humanidad ¿Cómo positivar este tema para que lo que «impresionan» estas familias no oscurezca mi alma? Aquí he de pararme y recordar que el alma humana no está hecha para el dolor y el sufrimiento y que es la búsqueda del amor, de la luz, del placer, la paz y la armonía la que nos impulsa hasta que nos reencontramos con nuestra chispa divina y eliminamos a conciencia el más mínimo rastro de dolor, oscuridad o desamor…

Si estas imágenes estuvieran datadas en la edad media, serían fáciles de positivar ya que no tendrían nada de extraordinario pues, en aquellos tiempos, el contraste materia/energía, carne/espíritu, malo/bueno era absoluto y las miserias humanas campaban a sus anchas, cosa que las epidemias de peste y otros infiernos similares vinieron a evidenciar. Pero estamos en el siglo XXI y el contraste materia/energía, carne/espíritu, esta «absolutamente» relativizado por lo que estas imágenes que nos muestran a varios miembros de una familia sufriendo por estar «prisioneros» de la carne/materia nos dejan indiferentes, en lo que a los mensajes del espíritu se refiere, y nos centran en el debate social de las ayudas, las subvenciones, etc., sin entrar ni tan siquiera un poco en el peliagudo tema de la conciencia.

Este tema me recuerda un poco el ambiente social en el que se desenvuelve la película Demolition Man, un ambiente futurista en el que YA todos somos personas de bien y los que no están de acuerdo viven en el subsuelo. En nuestro presente «futurista» todos somos personas de bien y no cuestionamos los designios de la vida, así que a las personas que nacen o acaban siendo «disfuncionales» les asignamos ayudas estatales y les facilitamos todo lo posible su integración en el mundo de «los funcionales», siempre con una gran sonrisa (fingida o verdadera, poco importa), no sea que vayan a pensar que somos unos bárbaros o insensibles. 

A la par, dedicamos cantidades ingentes de dinero para investigar y paliar los daños que estos «fallos» del sistema ocasionan a nuestros herman@s ya que, como suele decirse: ¡le puede pasar a cualquiera!

Y es aquí cuando mi conciencia asume lo espinoso de esta cuestión, largamente postergada y proclama: ¡no es cierto! Y, sobre todo, ¡ya no es necesario!

Claro que para que esta proclama se cumpla primero tenemos que ser capaces de asumir que no es el sistema, dios o la vida los que fallan sino cada uno de los que, en su momento, se decantaron por la «carne» en vez del «espíritu» o dicho de otra forma, de los que pusieron su conciencia material por encima de su conciencia energético/espiritual.

Las neurociencias ya están empezando a confirmar algo que la mística siempre ha proclamado y es que, en espíritu (nivel energético-funcional), todos somos uno y además completos. Lo que todavía no confirman, pero los místicos llevan milenios afirmando, es que cuando en nuestro nivel de conciencia ordinario prevalece el nivel de superviviencia somos más susceptibles a la pérdida de la conciencia de unidad y, por tanto, a la pérdida de las capacidades orgánicas o funcionales que nos estamos negando.

Partiendo siempre de la base de que nuestra experiencia corporal no es más que una proyección holográfica de nuestra experiencia energética vibratoria, (alma o conciencia superior), llegamos a este punto:

1. Entiendo que mi labor es seguir divulgando la conciencia holográfica de unidad, también en la vida cotidiana y sus aplicaciones en el ámbito de la salud, trabajo, amor, etc.

2. Que si bien, hay que celebrar que ya no seamos unos «bestias» y somos capaces de tratar con respeto a aquellos miembros de la especie que han perdido su frecuencia más elevada y, por tanto, se manifiestan incompletos en el mundo material… (Aquí recuerdo una escena de la película Inteligencia artificial la de la feria de la carne que en su momento me puso la carne de gallina)

3. He de insistir en que tenemos las claves para PREVENIR que estas desgracias sigan ocurriendo de cara al futuro y que esta es la finalidad de este artículo.


Para terminar, quisiera dejaros con esta reflexión ya que soy consciente de que para muchas familias y personas el tener en casa una persona con discapacidad o problemas de funcionalidad ha supuesto un reto evolutivo que les ha permitido desarrollar al máximo su potencial de amor, altruismo y superación personal… Y no lo pongo en duda.

Pero yo me pregunto: Si estas personas tuvieran la oportunidad de volver atrás en el tiempo, justo al momento preciso en el que ese hijo discapacitado fue engendrado, o justo al momento en el que la enfermedad o el accidente les cambió su vida para siempre y pudieran cambiar su destino haciendo que todo fuera «normal» ¿lo harían? 

Quizás les estoy pidiendo mucho y por eso que pienso que esta reflexión es útil sobre todo de cara a un futuro ya que mi postura es que, todas y cada una de las lecciones de humanidad que hemos aprendido por medio del dolor, la desgracia y el sufrimiento, ya no son necesarias y pese a saber que la «inercia del dolor» seguirá por mucho tiempo en la conciencia de muchas personas, mi conciencia me pide, más bien me exige, día tras día, que no calle, que diga cada vez más alto y más claro que ya es posible vivir en el amor y en la «perfección-plenitud» a tiempo completo. Que ya hemos descifrado las claves de acceso al paraíso aquí en la tierra y que es cuestión de llevarlas a la práctica para que cada día alcancen a un mayor número de conciencias.

Sólo así podremos desterrar de nuestra memoria las imágenes tan tristes que han hecho germinar este artículo, con la firme esperanza de que llegará un día en el que todos podremos mostrarnos tal y como somos: ¡seres vibrantes y majestuosos, unidos en una sola conciencia!..

«Solo la integración de esta verdad vibratoria en nuestra conciencia material mantiene alejados de nuestras vidas los fallos de configuración de nuestro sistema físico/mental»



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[1] Dejadez porque, personalmente, pienso que las personas son lo primero y es inaceptable que algunos seres humanos caminen a nuestro lado con esa carga de dolor tan inmensa y que, a su alrededor, apenas nadie se conmueva y haga nada por impedirlo… Pero no me refiero a ayudas sociales, solidarias, etc., sino a medidas que en verdad erradiquen las causas que llevan a las personas a estos extremos de miseria personal y humana… Tan sólo la toma de conciencia de los resortes que mueven el corazón y la mente humana a la hora de actuar, hará posible que estas almas se liberen de sus cadenas y, a la par, liberen a las personas que los observan que si lo hacen de corazón, sufren igual que ellos.

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