¿Para qué estamos aquí?


Una visión positiva del mundo…

Hace ya tiempo que dejé de preguntarme el «porqué» y centré mis cuestiones personales y profesionales en el «para qué» de las cosas. Esto me llevó a descubrir el significado profundo de la existencia humana y de la vida en general. Desde este posicionamiento «funcional» se entiende la labor del ser humano como una parte integrada de un todo y con unas funciones orgánicas similares a la de otras especies. 


«Vistas desde los ojos de la totalidad, las distintas especies se afanan en mantener el equilibrio del ecosistema al que pertenecen y lo hacen «orquestadas» por los ritmos de la Naturaleza». 

Llegados a este punto me pregunté si el ser humano estaba en armonía con las demás especies (como yo lo veo) o, si por el contrario, hace tiempo que toca en solitario (como lo ven otros). He llegado a la conclusión de que el ser humano sigue trabajando en «equipo» y que las voces que nos alertan de peligros, caos o posible extinción, etc., son las que «tocan por su cuenta». Estoy plenamente convencida de que el sistema solar al que pertenecemos y dentro de éste, el planeta tierra, nos guían dentro de un plan evolutivo generado mucho antes de que existiéramos como especie y que proseguirá después de que, como tal especie, desaparezcamos. 

El ser humano tiene un propósito, una labor específica dentro del conjunto de las especies que habitan en este planeta. Este propósito ha sido «defendido» y definido, de muy diversas formas desde que tomamos conciencia de nuestra humanidad, queriendo distinguirnos del resto de las especies. Un propósito que trasciende con creces la existencia de una sola vida en particular. Un propósito que sólo tiene sentido cuando ALCANZAMOS A CONTEMPLAR nuestra evolución en forma conjunta y a lo largo de los millones de años que pisamos este planeta. Un propósito que cuestiona nuestra vida por medio de la enfermedad, crisis, muerte, etc. cada vez que nos alejamos del sentido grupal de nuestra existencia.

Una vez que asumimos esta visión transpersonal y transcendental, el sentido del para qué estamos aquí, aparece nítido ante nuestros ojos: somos gestores y co-creadores de la VIDA. Nuestra labor diaria consiste en participar en el proceso de vivir, siendo conscientes de que todo lo que hacemos, decimos o pensamos se materializará ante nuestros ojos. (y no al contrario)

No me preocupan en absoluto las visiones negativas o catastrofistas que existen sobre nuestro futuro como especie. ¡SÉ QUE NO TIENEN SENTIDO! La creación contempla los procesos humanos como tales y SABE que tienen un principio, un desarrollo y un final. Pero he dicho «procesos» y no «proceso». En este mismo espacio planetario coexisten distintas frecuencias, todas ellas relativas a lo humano, involucradas en el proceso generador. El proceso de creación en este planeta gira en torno a la transformación continúa de la materia en energía y de la energía en materia. 

«Según lo cerca que esté una frecuencia del nivel material o del nivel energético tendrá un enfoque o experiencia del mundo y, por tanto, de hacía donde se dirige su evolución».

Es cierto que «parece» que estemos en un proceso más materialista que nunca y que corremos el riesgo de sucumbir por ello pero, es sólo eso, una apariencia. Lo cierto es que nuestro planeta vibra en una dimensión energética muy elevada y que estamos a punto de «eclosionar» como un huevo a una nueva dimensión donde la humanidad dejará atrás los altos registros evolutivos de dolor que nos ha supuesto RECONOCER Y DIMENSIONAR la estructura de la materia.

El gran número de personas que se «apuntan» a la visión catastrofista son el contrapunto necesario, en toda orquesta que se precie, para dar resonancia a las voces que llevan la «voz cantante». En su mayoría, son personas u organizaciones que vibran en un tono beligerante que no tendrá sentido en el siguiente proceso evolutivo de la humanidad. Un proceso de «sutilización» de las formas, al que cada vez se adhieren más personas y donde podremos dejar atrás las formas más groseras de la existencia material o materialista. Pero esto no significa que vayamos a desaparecer o a transformarnos en algo ajeno a nuestra naturaleza intrínseca. Más bien diría que es como si, hasta ahora, hubiéramos sido gusanos y tras un proceso de larva, necesario para la transformación, nos convirtiéramos en mariposas.

Siempre han coexistido estos tres estados del proceso y de ahí los distintos enfoques de la vida. Lo que ocurre es que si hace miles de años superaban este proceso transformador unos pocos, en este momento, el proceso transformador se acelera y serán muchos lo que se sientan la llamada del enfoque energético. Hablo de superar un proceso transformador porque quiero dejar claro que el ser humano NO LO ES, en su total acepción, hasta que no ha superado en forma consciente estos tres niveles de la existencia humana: emocional, sentimental y racional y los ha unificado en una sola dimensión. 

«Son muchas las generaciones que han tenido que pasar hasta que hemos llegado a una masa crítica catalizadora que está acelerando el proceso de GENERACIÓN»

El ser humano forma parte del «tapiz energético» de la creación y no hay problema alguno en este tapiz. Nuestro futuro como especie está a salvo, ya que sólo participan en esta labor creativa aquellos miembros de la especie que han superado los «niveles necesarios» para aprender a tejer y en los que se dan todo tipo de pruebas con el fin de transcender la materia y alcanzar el valor de lo que es la vida humana. 


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