No es amor, pero lo parece...

No es amor pero lo parece


Me voy a dormir pensando en el tema #gruposenred y mi mente me lleva al borrador de esta entrada que lleva algunos días esperando ser publicado y entonces veo la respuesta con claridad… mientras resuena en mi mente el tema «alegría» y vienen a mi mente las imágenes del circo del sol en relación a la misma cuestión planteada 

¿son sostenibles los #gruposenred?


#alegría, #alma y #amor son tres de los conceptos a clarificar durante este mes en el taller de Equilibrio y, la verdad, pienso que las tres están íntimamente relacionadas pues, personalmente, pienso que nuestra alma viene a este mundo para aprender a vivir en plenitud; plenitud que sólo se consigue cuando llegamos al amor y que esta plenitud garantiza la alegría o «brillo» de los sentidos…

Solo entonces podemos ofrecer lo mejor de nosotros mismos a los demás y mientras tanto, quizá nos estamos engañando al pensar que damos y lo que estamos haciendo es pedir… 


¡No es alegría, pero lo parece…

La referencia al circo del sol alude al derroche de luz y color que este espectáculo ofrece y que genera una alegría artificial, un cúmulo de emociones en personas y países desarrollados mientras otras muchas personas en el mundo apenas tienen acceso a un mínimo de desarrollo personal… Sus espectáculos me recuerdan al tiempo previo a la revolución francesa en el que la monarquía vivía en un exceso absoluto mientras el pueblo se moría de hambre… 


Personalmente, pienso que el amor es luz y como sinónimo de esta luz que ilumina la oscuridad del alma hago extensible el amor al conocimiento. Solo se puede amar aquello que se conoce, al igual que solo puedes ver cuando hay luz.

Y al igual que la luz nos permite disfrutar del color, olor, incluso del sonido de la vida, permitiéndonos gozar con solo observar las cosas bellas de la creación; El goce no es completo hasta que interiorizamos ese disfrute y saboreamos los frutos de la vida aplicando aquello que observamos, miramos o escuchamos haciéndolo nuestro. Es por eso que el conocimiento al que hago extensible el amor no es posible alcanzarlo en los libros ni explorando un marco teórico/académico/científico/didáctico…

Ni siquiera es un amor que pueda ser «enseñado»; lo más que se puede hacer es contagiarlo o vibrarlo para que el instrumento resonador del amor por excelencia, «el corazón», pueda captar su frecuencia como hace un diapasón.

Un maestro puede poner luz, color, olor y sonidos en los corazones de sus alumnos si les habla desde el corazón; y así cualquier «ciencia» política, social o técnica puede ser insuflada de amor/luz o de odio/oscuridad, pues ¿quién no ha escuchado decir «odio las matemáticas»?

Poner amor, luz, vida en todo lo que hacemos es poner corazón, es poner salud, tiempo, atención y experiencia propia que no ajena. Y es por eso que, hagas lo que hagas, debes de hacer aquello que te haga vibrar, que te haga disfrutar, que te haga gozar. Que te permita poner tu corazón, tu coherencia personal en ello.

Es por eso que puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que los jóvenes no tienen activada la capacidad de amar (aunque sin lugar a dudas pueden enamorarse); al igual que no tienen el conocimiento de ellos mismos y de la vida suficiente para iluminar su propio camino. El tiempo de juventud es el tiempo de «errar», es el tiempo de experimentar y calibrar las fuerzas propias y ajenas hasta alcanzar el temple necesario que te otorga el título de Sr. o Sra., al que, curiosamente, muchas personas renunciar en aras de una perpetua juventud. 

Por esta misma regla de tres, todas aquellas personas que pese a su madurez física aun persiguen al fantasma de la juventud (o son perseguidas por él según se mire), serán aquellas que más dependencia tendrán del conocimiento/amor del exterior; buscando el reconocimiento y aprobación de los demás al precio que sea.

El amor/luz/conocimiento te permite SER/ESTAR frente a cualquier persona sin necesidad de artificios ni barreras en ausencia de miedos o defensa alguna. El amor/luz/conocimiento disuelve la oscuridad. Pero ¡cuidado! También puedes quemar a los demás si te acercas demasiado o dejas que se acerquen demasiado…

Por eso yo no creo en el amor incondicional y siempre que escucho esta expresión mi conciencia pega un salto y «protesta» en mi interior ¿Acaso la luz del sol no tiene sus reglas para ser disfrutada? ¿Acaso no puedes quemarte si abusas de ella? ¿Acaso sus rayos no varían del invierno al verano?

De nuevo la etapa infantil no superada hace de las suyas y le proyecta al amor adulto las exigencias no cubiertas de un bebé. Y aun así, ni siquiera los bebés «aman» incondicionalmente y si se les da a elegir, optarán por aquella vibración/amor que más les complete sin importarles los lazos de «sangre».

El amor no nace, crece y se desarrolla por sí mismo. Incluso el instinto, que es una especie de amor en automático, necesita para florecer de ciertas condiciones. ¡cuanta más atención necesitará el amor/luz/conocimiento que ha de nutrir todas y cada una de las acciones que realizamos en cada momento del día…!

PD: los niños y jóvenes necesitan mirarse en espejos adultos que les transmitan el secreto de vivir; pero es un error que las personas adultas quieren verse reflejadas en espejos infantiles o más jóvenes…

Entrada recomendada: Vivir sin dudas








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