He robado el alma al aire!

Hace tiempo descubrí que los espacios albergan «fantasmas» que se alimentan de los recuerdos compartidos y que si verdaderamente quieres dejar el pasado atrás, hay que empezar por dejar atrás los espacios que habitaste. Algo así como vaciar primero la carpeta porque si no el programa no te deja eliminarla.


Observar tu vida con el paso de los años es como ver una película que ya has visto en varias ocasiones. Te permite dar sentido a lo que, en el pasado, no comprendiste. 


Cuando una pareja «se forma» es vista desde diferentes ángulos, algunos más favorecedores que otros, pero ninguno tan objetivo y certero como la visión que los amantes tienen, el uno del otro, cuando se abrazan y se funden en un solo ser. El resto de las personas, que participan de la relación, van dejando su huella en la conciencia de los amantes, en el mejor de los casos, diciéndote lo que piensan forma directa, y en el peor, dejándote ese depósito en forma de sombra. 

La sombra es esa parte de ti que no reconoces como tuya porque no la ves y que los amigos y conocidos te reflejan para que puedas observarla. 

Cuando una pareja inicia su convivencia «formal» es fácil que aparezcan los fantasmas del pasado. Estos fantasmas son los aliados del amor siempre que sepas ver el sentido positivo que aportan en la historia. Su misión es que la pareja profundice en los vínculos de su relación con el fin de fortalecerla. Aparecen durante el periodo de sentar las bases o construir los cimientos de la relación y desaparecen cuando la relación se consolida definitivamente.

«Un fantasma es algo que tienes pendiente, algo que no has resuelto en forma satisfactoria y que se despierta para que pagues tu deuda. No hay que temer a los fantasmas porque su intención es completarte para que alcances la paz y la libertad»

El primero en aparecer es el fantasma de la infancia que encarna nuestra memoria materna sin resolver. Así que lo primero que tienen que aprender los amantes es a reconocer a sus respectivas figuras maternas en todos los conflictos de carácter íntimo y privado que surjan en el transcurso de su convivencia. Para ello deben de profundizar en sus respectivos vínculos maternos y liberar cualquier rastro de dolor o incomprensión que puedan albergar, de lo contrario, la historia será dramatizada en el marco de la relación sentimental. 

Cuando el fantasma de la infancia se da cuenta de que le escuchas se disuelve, aunque puede activarse de nuevo si la figura materna se hace «presente» en la vida de la nueva pareja…

Después, aparece el fantasma de la juventud que es el que lleva el registro de las cuentas de «estudios y relaciones amorosas». Cada miembro de la pareja tiene un «historial de juventud» previo a la llegada de su pareja actual. En este periodo se forja la personalidad o máscara que nos ponemos al salir al exterior para protegernos de la idea del mundo que nuestra madre nos transmitió. 

Dar paz al fantasma de juventud es algo más laborioso ya que aquí no basta con enfadarse, explotar y hacer las paces dándose «cariñitos». En esta fase de la relación hay que volver al punto donde lo dejamos y retroceder en el tiempo para recuperar nuestra imagen genuina. Es como recuperar la materia prima con la que salimos al mundo antes de ser «modelados» por la gente… 

Si el tiempo de la infancia es de carácter introspectivo, el tiempo de la juventud se caracteriza por ser interactivo así que, para resolverlo, deben de incorporarse los personajes más representativos de nuestra historia juvenil. Dependiendo del tipo de experiencias vividas en el tiempo previo a la relación, esta etapa será más o menos larga ya que hay que «dar vida» de nuevo a los distintos personajes encarnados para editarlos y actualizarlos al tiempo presente.

Es como si todo lo positivo o negativo que hiciste, y ahora no repetirías, apareciese para ser superado y tu pareja va a ser el punto de referencia que te ancla al presente. En la práctica, se suele vivir como un «tienes que elegir entre yo y los demás», algo lógico, ya que esta etapa es para consolidar la unión de las almas, una vez superada, en la primera etapa, la unión de los cuerpos. 

En aquellas parejas que la máscara social es muy grande (ego social), los conflictos con la pareja pueden llegar a generar tanta distancia que la «íntima» relación, forjada al calor de la primera etapa, se rompa. Para superar el fantasma de la juventud es recomendable reservar un tiempo de intimidad semanal donde la pareja pueda mantener la llama de su amor encendida…

¡Hay que robarle al alma al aire!... recuperarla de todas aquellos espacios y personas donde quedó prendida y así poder compartir en cuerpo y alma con nuestro amor…




«He robado el alma al aire para dártela en este suspiro, soy como la tierra amor, tú eres el sol…»




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