En sus zapatos...

O, la importancia de SER tú mismo.

Cuando te enfadas con una persona y te alejas sin resolver, cargas con la visión o carga negativa que ella te inspira y caminarás con dicha carga hasta que te pongas en su piel; es lo que se dice «caminar con sus zapatos» y esta idea ha dado lugar numerosas historias en las que dos personas se intercambian sus almas par vivir en el cuerpo del otro y así entender sus respectivas posturas.

El enfado y la rabia que este suele contener desaparecen cuando eres capaz de asumir/sentir en tu interior, sin tensarte, las razones que el otro pudo tener para actuar en la forma que lo hizo. Solo las personas fuertes y confiadas evitan los enfados y la rabia sin inmutarse y con cierto sentido del humor. 

Por ejemplo: «Una chica, empieza a enfadarse/sentir rabia porque su pareja, que es la persona más importante de su vida, hace un comentario que la hace pensar que no la entiende. Por un momento, aparecen en su mente una retahíla de argumentos egóicos, justificando un posible enfado y haciéndola sentir como si no fuera lo bastante importante para su pareja. 

Mientras valora si ir a buscarle e iniciar una conversación para «explicarse», de pronto decide que NO es tan importante, que ella sabe quién es, de dónde viene y cómo funciona y que, probablemente, el error o actitud de su compañero se debe al cansancio, saturación, etc. y ¡lo dejé pasar! (si la chica era yo)...

Elegí  la paz y no reaccionar a la carga de estrés y saturación que, por unos instantes, recogieron mis vísceras. A los pocos minutos, mi compañero aparece con una sonrisa encantadora y ambos sonreímos aliviados, una vez disuelta la tensión.»

Esta breve interacción liberó un torrente de sentimientos de goce y plenitud al hacerme sentir que había superado  una actitud de control que se me había resistido durante mucho tiempo; el gozo aumentó cuando pensé que si lo había superado con una persona de total confianza, podía tener la seguridad de que en el exterior también funcionaría.

¡Había resuelto de forma instantánea y desde mi área de gestión sin necesidad de tener que fijar en el otro lo resuelto!

Es como si mi sentir hubiera funcionado a distancia y le hubiera enviado un mensaje de: «¡tranquilo, no importa lo que pienses de mi, sé que es un reflejo de tu estado actual y no me afecta!...»

Parece algo simple dado que la teoría «no me importa lo que piensan los demás de mi» estaba integrada hace tiempo pero, del dicho al hecho va un trecho y, en esta ocasión, fue como si fuera REAL por primera vez. Una vocecita limpia, alta y clara sonó en mi interior diciéndome: «no ves que lo que busca precisamente es que vayas, le “riñas” o hagas sentir molesto y le “sacudas vibracionalmente”. No lo hagas, rompe la onda y vibra en PAZ…»

Fue milagroso/revelador y libero mi alma de todos los «AHORA VERÁS QUIEN SOY YO…» que se escondían tras todas las discusiones a las que, hasta ahora, no me pude resistir.

Lo que hace diferente/reveladora esta experiencia de otras del pasado en las que también pude evitar el discutir o enfadarme es la ausencia absoluta de esfuerzo (sin escribir, sin hablar, sin guardar memoria alguna). La espontaneidad, el fluir que indica que el programa «enfados» está completamente desinstalado.



«La seguridad te la da el saber quién eres. 
La certeza proviene de saber de dónde vienes 
Y la confianza el saber a dónde vas (tus intenciones)… » 




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