Marcas blancas. Si o no
¿Qué mensaje envías al universo cuando consumes «marcas blancas»?
Como consumidora hace ya tiempo que el tema de las «marcas blancas» empezó a preocuparme desde el punto de vista holístico, sabedora de que todo posicionamiento que hacemos en el plano social tiene su contrapartida en el plano personal y viceversa…
Para obtener respuestas que dieran solidez a mi reacción intuitiva que de primeras, rechazaba esta opción a la hora de consumir productos de 1ª, 2ª, 3ª, etc., necesidad…., lo primero que hice fue preguntarme ¿Qué es una marca? Y no recurrí a ningún experto ni hice ningún curso de economía, tan solo indagué en mi propia experiencia personal…
La marca o nombre de un producto es análoga a la marca o nombre que una persona recibe al nacer: define el valor o intención con la que ese ser o cosa sale a la vida. De primeras, el nombre o marca no te dice nada en particular pero, al usarlo, irás conociendo poco a poco las características que hacen que esa marca/persona brille por sí misma diferenciándola de otras marcas/personas a primera vista.
¿Tienen apellidos las marcas al igual que los tienen las personas? Pues sí que los tienen pero hay que saber reconocerlos incorporados en su funcionalidad. En un principio, el apellido servía en las personas para adjudicarles su origen o condición; con el tiempo y el aumento de la población esta función pasó a un segundo plano y los apellidos quedaron adscritos al vínculo u origen familiar. Hoy día presentarse con el nombre y apellidos NO DICE NADA de la persona que eres, ni de dónde vienes pero hubo un tiempo que el nombre y apellido bastaba para conocer el origen y función de una persona.
Con los productos/marcas sucede algo parecido; en un principio y antes de que aparecieran las «marcas» o nombres propios se les conocía o por quien los vendía/fabricaba o por su procedencia, según fueran productos manufacturados u orgánicos. Algo que curiosamente vuelve a ser tendencia con las denominaciones de origen o con los diseñadores de moda/artistas…
En ese contexto, los productos de calidad se ganaban su «nombre» a pulso y sus creadores ponían su sello o marca con el fin de garantizar su autenticidad. En los productos comestibles, la garantía de calidad la ofrecía la persona responsable de venderlos ya que, si el producto era malo, ella era la primera perjudicada. El trato directo entre vendedor y cliente hizo innecesario el concepto de «marca» tal y como ahora lo tenemos asumido ya que la publicidad asociada a un producto concreto viene a compensar la ausencia de cercanía entre el productor y el consumidor y, por lo tanto, hubo que encontrar otra forma de transmitirlos valores que, en relación a la compra/venta siempre han transmitido las personas encargadas de esta función…
Todo lo demás es historia de la publicidad y mercadotecnia ya quien le interese mucho el tema le recomiendo el libro “No-logo Naomi Klein”. Personalmente no comparto su postura anti-marcas pero los datos que ofrece sobre como son manipuladas las masas para que compren en una dirección u otra son muy interesantes.
Siguiendo con el tema de las marcas blancas, cuando una persona acepta un producto de esta condición está aceptando un producto sin nombre y apellidos. Simplificando mucho el tema es como si el tendero de toda la vida viendo que el producto de marca “Fulanito” se vende muy bien pensara “¿por qué no empaqueto yo este producto con mi nombre (el de la tienda) y me gano un dinero extra? Como los clientes «ya me conocen» y me tienen confianza no tendrán reparo en consumir –mi marca--y así gano más dinerito….” La cuestión radica en que el «tendero» no es productor y tiene que conseguir «productos sin nombre» a los que bautizar con el nombre de su tienda y, para ello, o se alía con productores a los que solo les importa vender más, no imparta a qué precio ni con qué valores, o generar su propia cadena de producción de productos propios «sin nombre» apoyándose en la idea de que los «sin nombre» son más baratos.
FIJAROS que un pequeño comerciante de toda la vida no podría generar su propia marca blanca, es más, los pequeños comercios están sobreviviendo frente a las grandes superficies generando valores de marcas personalizadas, productos de calidad y al detalle. Por otro lado, las grandes marcas (o marcas más antiguas), contraatacan generando líneas básicas de sus productos líderes en ventas y con argumentos relativos a la relación calidad/precio lo que introduce en lamente del consumidor de a pie la duda de si, realmente, los productos marca blanca/menor precio son de menor calidad.
Los habituales de marcas blancas argumentan que son los mismos fabricantes con otro envase y así es en muchas ocasiones pero, ¿cómo sabe si fabrican con la misma calidad?
Ufff!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Ya me estoy cansando… ¡comprar es cada día más complicado! y lo que es peor ¿puede generar karma?
Personalmente elijo criterios de calidad no en función de lo que digan las marcas sino en función de mi propia valoración y experiencia con el producto en cuestión. Si bien es cierto que por principios, elijo antes un producto con nombre y apellidos que uno de marca blanca.
Cuando una marca no responde a los criterios de calidad y valores que exijo de un producto, cambio a otra, ya que hago lo mismo con las personas que no me ofrecen calidad en lo relativo a los valores humanos que, día a día, aplico a mi cotidianidad. Si bien es cierto que, en ocasiones, me veo forzada a elegir marca blanca pues en su afán de economizar ofrecen productos básicos que en las marcas con nombre propio son difíciles de encontrar; estas marcas suelen enriquecer en demasía los productos, un hábito ligado a los países civilizados y al concepto de competencia algo que, tristemente, pagan los sectores más desfavorecidos de la sociedad.
Curiosamente, el tema consumo productos caros o consumo productos baratos es algo que las personas utilizan como proyección de su sentido de pertenencia a una clase social u otra por lo que hay personas que se esfuerzan por consumir productos caros o de marca para sentirse mejor. Por el contrario, hay personas que hacen alarde de consumir marcas blancas como si fuera un ideal de progreso o de cultura de «izquierdas»…
Por último, no he querido entrar en el tema de «soy pobre y por eso consumo marcas blancas» porque basta con ponerse en la caja de una gran superficie y observar los carritos de compra en los que predominan las marcas blancas para ver que su contenido excede, por lo general, de lo que consideramos productos de primera necesidad; tengo la certeza de que lo que estas personas ahorran por un lado lo malgastan en otro. Y respecto a lo «caro» pienso que consumir productos de lujo o considerados como tal por su «marca» mientras una gran parte del mundo se muere de hambre o subsiste con lo mínimo es una cuestión de conciencia y allá cada uno con la suya.
En este tema, como en tantos otros, dejo espacio a la responsabilidad de cada cual…
Comentarios
Publicar un comentario