El descubrimiento del cielo

Título original  The Discovery of Heaven  Año 2001 Duración 127'  Director JeroenKrabbé  Género Drama. Fantástico
 Sinopsis Dios quiere recuperar los Diez Mandamientos originales. Sin embargo, no se le permite a ningún Ángel viajar a la tierra para conseguirlos. Los Ángeles tienen que “crear” a un ser humano que sea lo suficientemente inteligente como para encontrar las Tablas de la Ley, alguien que esté dispuesto a sacrificar su vida con el fin de restituir las Tablas al Cielo. 



Arquetipos de Ángeles y demonios 

El sábado, justo después de escribir sobre la figura histórica de Moisés, encontramos esta película a precio de saldo; hace un tiempo que llamó mi atención así que me dispuse a verla  con ciertas expectativas. El caso es que no me dijo nada que no supiera y las claves que ofrece son caóticas y dispersas; quizás esa fue la clave oculta, activar con fuerza mi conciencia interior que necesita orden a su alrededor y esta mañana he despertado bastante activa en relación al tema que me ocupa: los arquetipos de ángeles y demonios.

Hay algo que está claro: el cielo y el infierno son dos estados de conciencia humanos. Más aun, son el polo norte y sur de la conciencia humana. Más allá del cielo y el infierno, nuestra conciencia de humanidad se extingue como tal y se reinicia en otras formas de vida que no alcanzamos a ver o pensar aunque, quizás, si podamos intuirlas o sentirlas; solo quizás y tampoco estoy muy segura de ello. Ni siquiera creo que sea positivo tratar de ir más allá de la conciencia de humanidad sin haber sido llamados a ello.

Cielo e infierno han vertebrado el avance de los logros de la humanidad calificándolos de positivos, si nos suman haciéndonos avanzar, o si nos restan, haciéndonos retroceder o parar. En torno a este eje del bien y del mal, nuestra mente generó una historia que diera soporte a la experiencia evolutiva y así aparecen: dioses y humanos; ángeles y demonios; héroes y villanos; mártires y santos, etc. 

La historia de la humanidad está plagada de mitos, leyendas y religiones que tratan de alumbrar la oscuridad en la que se encuentra la conciencia humana hasta que despierta a la realidad.

Una vez que despiertas, el mundo, tal y como lo hemos concebido, desaparece y ya no hay más cielo ni infierno, más ángeles o demonios, héroes o villanos, bondad o maldad… Sólo existe la necesidad imperiosa de equilibrar el peso que la humanidad deposita sobre cada uno de nosotros al nacer.

Cuando alguien te hace sentir «bien» y te trata con orden, coherencia, claridad y ligereza solemos decir: ¡es un ángel!...

Y tradiciones de todos los rincones del planeta tienen arquetipos de seres de luz, con grandes alas, portadores de los mandatos divinos. Nuestra mente se las ingenia para «imaginar» (dotar de una imagen racional), a aquellas frecuencias o fuerzas cósmicas que tienen la cualidad de elevarnos y hacernos avanzar en la escala evolutiva.

Frecuencias sutiles con las que somos capaces de conectar cuando nuestro estado de ánimo se encuentra sereno y en paz, vibrando en armonía con nuestro ideal de futuro que, por fuerza, si es futuro, tiene que ser positivo o, por lo menos, mejor que el actual. 

En este cielo, creado a imagen y semejanza de nuestro cielo interior y exterior (nubes, sol, planetas, estrellas, etc.), alojamos la memoria de nuestros seres queridos cuando mueren y esperamos reunirnos con ellos una vez que la muerte nos lleve. Y entre todos fuimos alimentando la idea de un mundo mejor, allá en el cielo, una vez que las penalidades de la materia llegasen a su fin…

¡La vida tenía que ser algo más que sufrimiento!...

Igualmente, «imaginamos» y recreamos una gran puesta en escena de aquellas fuerzas telúricas que tiran de nosotros hacía abajo; fuerzas que nos hacen descender hasta lo más bajo de la escala evolutiva hasta perder toda conciencia de humanidad, convirtiéndonos en bestias salvajes capaces de cualquier cosa para mitigar nuestra sed de venganza, nuestra hambre de justicia o nuestra necesidad de paz y descanso eterno.

La misma conciencia de humanidad que genera seres angelicales genera a los seres infernales alimentados por la memoria del dolor que nubla la razón y el entendimiento; memoria que hace zozobrar la serenidad y la luz propia de la conciencia humana y nos devuelve a la naturaleza instintiva de la que un día, hace millones de años, surgimos.

Cuando pienso en la inmensidad de la tarea por hacer, mi aliento se contiene y tengo que recordar que solo soy una persona entre miles de millones pero, si estoy aquí, y estoy despierta entre tanta oscuridad, es porque la tierra así lo quiere.

Lo único que ayer rescaté de la película «el descubrimiento del cielo» es la idea de recuperar las tablas de la ley, ya que, en mi interior, suelo pensar en los hábitos de salud holística como unos mandamientos actualizados que simplifican la tarea de recuperar el alma o conciencia humana y devolverle su equilibrio natural..

Cuando el hombre mantiene los pies en la tierra y la cabeza en el cielo, el orden cósmico se restablece y la luz y la oscuridad ocupan, cada una, su lugar.




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