Funcional, natural y sostenible. Belleza y moda.

¿Qué mensaje envías al universo cuando eliges la imagen que muestras en el exterior?

Aunque lo de elegir es un «decir» ya que más bien sucede lo contrario: son las prendas de ropa las que atraen tu mirada cuando ves en ellas el reflejo de tu mundo interior o exterior; lo que quizás no sepas es que, antes de que surja la atracción o el rechazo hacia una prenda determinada, ya decidiste, por lo general de forma inconsciente, el criterio de selección por el que colores, texturas, incluso precios, se presentan ante tus ojos como algo bonito.

Para entender el proceso por el que la mayoría de personas eligen las prendas que van a dar consistencia a su imagen social, hay que hacer una pequeña abstracción y ver el mundo de la moda (tejidos, diseños, etc.), como la proyección de nuestro mundo anímico/sensorial; y, además, hay que saber que la moda, usada de forma inconsciente, tiene como función prioritaria: compensar, equilibrar, armonizar o neutralizar las carencias o excesos de nuestro estado químico y, por extensión, el estado de nuestra mente.

Vivimos en un mundo de energía en el que las personas, carentes de equilibrio interior, compiten por recibir la atención de los demás, y el aspecto exterior ha pasado a ser una de las fórmulas de más éxito a la hora de captar dicha atención. Niños y jóvenes son educados en una falsa autoestima basada en las apariencias y en la posesión material; aquellos que más atención logran captar del entorno grupal, gracias a su imagen, se convierten en líderes y establecen el listón con el que será medido el resto del grupo. Esto genera una competencia por la atención (por brillar), que se proyecta en la búsqueda de una imagen cada vez más «sofisticada», «rompedora», «llamativa», etc., buscando salirse, todo lo posible, de la norma.

Y todo esto sin entrar en el factor empresarial que utiliza las variables emocionales para manipular al consumidor y lograr que compre para sentirse «más y mejor» llenando su armario de prendas que compensen, en el exterior, la ausencia de vida interior. 

Imagina por un momento que toda la ropa que tienes en tu armario estuviera confeccionada con tejido orgánico ¡SI! Imagina que tu ropa es una extensión biológica que da soporte y dinamiza tu propia identidad personal. Imagina que es una prolongación de ti mismo.

Visualiza tu ropa interior (bragas, sujetadores, calzoncillos y camisetas), como el reflejo vibratorio de tu sexualidad y conciencia de género. Colores y tejidos cuentan por igual y son la expresión materializada de tus deseos y expectativas más intimas…

Empecemos por el género femenino: ¿Sueles llevar aros? ¿Relleno? ¿Colores suaves o intensos? ¿Encajes? ¿Últimos modelos o clásicos? ¿Vampiresa o lolita? ¿Virginal? ¿Bragas faja? ¿Te sientes orgullosa de ella o más bien la escondes? (no a tu chico también por ejemplo en el gimnasio), 

¿Cómo te relacionas con tu ropa interior? ¿Naturalidad? ¿Picardía? ¿Aburrimiento? ¿Sensual o sexual? ¿Funcional? ¿Deportiva? ¿Lo primero que encuentras solo por el precio?...

Todas las variables posibles relativas a la ropa interior, tanto en hombres como en mujeres, ponen de manifiesto ponen de manifiesto su conciencia de lo masculino/femenino y reflejan el estado químico-hormonal relativo a estas constantes. Incluso aquellas personas que dicen «pasar» de la moda o de lo sexy y optan por un estilo funcional-básico están haciendo una declaración de intenciones de su vivencia orgánica en el terreno sexual. 

Durante mucho tiempo el tema de lo erótico en la ropa interior estuvo ligado al cuerpo femenino pero hoy día los hombres se sienten tentados a explotar su imagen sexual en la misma forma que las mujeres y con la misma finalidad: atraer las miradas y recibir un aporte extra de atención; en este caso para potenciar su virilidad.

Si has llegado hasta aquí, la próxima vez que necesites reponer una prenda íntima pregúntate ¿qué necesidad de mi cuerpo voy a cubrir? Si esta prenda fuera el tejido biológico a reponer en esta zona de mi cuerpo ¿qué gama de color y texturas-tejidos será la más adecuada? Con este simple razonamiento puedes elegir sin temor a equivocarte.

En este apartado no entran las prendas de baño cuya función es favorecer la movilidad dentro del agua por lo que los tejidos y colores deben de adaptarse al concepto de ambiente acuático. 

Puedes hacer este mismo ejercicio con el resto de tu ropa considerándola como la proyección exterior de tu nivel de autoestima personal y el fiel reflejo de tu estado anímico/funcional. Todo aquello que no alcances a ser, sentir o vibrar por ti mismo, se lo estarás pidiendo a las prendas que elijas pues, al igual que hace mucho tiempo, empezamos a cubrir nuestros cuerpos con pieles para protegernos del frio… la ropa sigue ejerciendo la misma función: aportarnos aquello que nuestro cuerpo, y ahora en el siglo XXI, nuestra mente, necesitan para protegerse.

Ahora y siempre, la clave que marca la diferencia a la hora de mostrar nuestra imagen en el exterior es nuestro estado funcional-energético que determina si a la hora de salir a la calle lo hacemos para APORTAR o para DEMANDAR atención. Las personas cuya demanda energética es superior a su producción suelen convertirse en el foco de atención de todas las miradas valiéndose de todos los recursos a su alcance, la imagen uno de ellos. Por el contrario, hay personas que rehúyen ser el centro de atención y oscurecen o apagan su imagen para pasar inadvertidas; estas personas no demandan atención/energía pero tampoco aportan. Es como si salieran a la calle a oscuras.

Sin embargo, la persona eco-eficiente consciente de sus necesidades y de las necesidades de su entorno, puede elegir brillar o no brillar en función del trabajo a realizar; si necesita ser el foco de atención para exponer sus puntos de vista lo hace sin que su imagen sea un condicionante para ello y siempre elige su ropa en función del clima y del espacio en el que va a integrarse para hacerlo de forma armónica y en base a los criterios de funcionalidad, naturalidad y sostenibilidad. 

A partir de ahora cuando te mires al espejo y antes de decidir si compras o no compras una prenda en concreto pregúntate ¿qué mensaje estoy enviando al universo cuando me pongo esta prenda?

La imagen con la que sales al mundo es, por sí misma, toda una declaración de intenciones…