Memoria de pez

Cuando reservé plaza para un curso de aquafitness lo hice pensando en una alternativa fresquita para el espacio aeróbico que, en esos momentos, tenía activado. Sin embargo, cuando inicié la actividad acuática, unos meses después, la intención se concreto en probar una nueva experiencia y observar lo que mi cuerpo tenía que decir. Hoy, después de completar un primer ciclo, he decidido cursar baja pues mi cuerpo me avisa de que he completado la experiencia y, de continuar, los efectos positivos que he experimentado se perderían. La impresión de cursar baja la recibí con el cambio de monitora que trajo el inicio de un nuevo ciclo pero decidí asistir unos días más para obtener la certeza por lo que, unas tres sesiones después, mi cuerpo, literalmente, me bloqueó y se negaba «obstinadamente» a seguir las instrucciones de la monitora, e incluso, si ahora pienso en tomar el camino de la piscina, observo un sentimiento de rechazo, intensamente orgánico.
Me cuesta conceptualizar las impresiones recibidas pues han sido tantas y tan vívidas que todavía estoy bajo los efectos de la regresión que esta inmersión acuática ha supuesto para mis sentidos. ¡Podría parecer que estoy bajo los efectos de una droga! Al margen de que todavía debo de finalizar el filtrado de las memorias ajenas a las que he tenido acceso al compartir espacio acuático como si fuéramos peces en una misma charca pues no hay que olvidar que, en una piscina, el agua no es corriente.

Los primeros días supe que estaba reconciliándome con mi «memoria del agua», memoria que va más allá de los momentos y espacios dedicados a nadar y jugar en playas, piscinas y ríos; o de los momentos invertidos en la higiene personal en baños o duchas. La memoria del agua o memoria de pez es la que se configura dentro del útero materno y permanece activa hasta el momento en el que nuestras extremidades (brazos y piernas) se desarrollan por completo y nuestra conciencia /memoria de humanidad la sustituye. En ese periodo de tiempo en el que nos movemos como «pez en el agua» cargamos el tiempo o memoria evolutiva anterior a lo que será nuestra vida el día que pongamos el pie sobre la tierra o, lo que es lo mismo, el día que realicemos nuestra primera inspiración.

Respirar nos conecta con la vida y nos «impone» nuestra relación con el presente y con el resto de la humanidad. Cuando te sumerges en el agua, la memoria de ser/estar se diluye, sustancialmente y, por momentos, puedes volver a ser y sentirte «uno contigo mismo» lo que, automáticamente, activa la memoria pre-humana o pre-histórica de la especie; la memoria que nos conecta con el tronco evolutivo anterior al despertar de la conciencia de humanidad, en las que era el instinto de supervivencia el que nos regía y todos éramos «fieras».

¿Cuándo es recomendable activar esta memoria de pez? ¿Qué beneficios se obtienen?

La respuesta sencilla sería: siempre que te apetezca y sea tu cuerpo el que te solicite la experiencia.

Pero si quieres profundizar...

Nuestra especie tardó millones de años en purgar la memoria que emergió del mar hasta convertirse en humana y cuando una persona, ansía, busca o necesita el regreso al agua, lo que está pidiendo es borrar o eliminar una parte de su historia, «disolverse» un poco. Eliminar responsabilidades; recuperar parte de su asertividad o instinto vital, etc.


«Perderse en la NADA que no perderse en el TODO…»

Un camino vuelta que puede realizarse cuando te sumerges en el agua sin perder la consciencia de ser...

Cuando se realiza este ejercicio de inmersión en el tronco común de las especies que pueblan el planeta, de forma consciente, consigues ir más allá del momento en el que fuiste parido y el efecto es como si formatearas las impresiones recibidas durante el parto y el tiempo de crianza por lo que TÚ, dejar de ser TÚ y puedes volver a renacer libre de la configuración familiar. Aunque solo se activará esta función de formateo si sabes que existe y has recorrido conscientemente el camino inverso, iluminando las claves de tu mapa emocional. Genéticamente, seguirás siendo hijo de tus padres pero emocionalmente, has borrado, por completo las huellas de su presencia en tu vida.

Ha sido una viaje lúcido a los sótanos de la conciencia que me ha permitido ver/sentir el mundo desde un enfoque ciertamente «egoísta» y, al cerrar esta experiencia, entiendo las oscuras imágenes que me han acompañado en las últimas semanas aunque tenía la confianza de que, tarde o temprano, les daría un sentido positivo. 

De natural, damos por sentada nuestra humanidad pero lo cierto es que, «humanidad» significa caminar erguido sobre dos pies y utilizar brazos, manos y dedos para obtener con facilidad los alimentos que tomamos y todo problema físico que involucre el desarrollo o funcionamiento de nuestras extremidades y nos deje a merced del tronco-cabeza implica problemas para asimilar dicha conciencia de humanidad. Es por ello que, en general, la rehabilitación acuática se recomienda para personas mayores a las que les pesa la vida pero yo solo lo recomiendo en casos específicos y con cuentagotas para una mejor dosificación.

En cuanto a nadar de forma competitiva, el cuerpo, como en el resto de deportes que se realizan por competición, bloquea todas las funciones relativas a la memoria/conciencia de humanidad y pasa la factura del desgaste físico directamente al sistema nervioso, óseo, hormonal, etc. Cuando un deportista se siente «abanderado» de su patria y no hace suyo el honor de ganar una competición llevara mejor el desgaste físico que el deporte de competición conlleva. 

Cuando a una persona le gusta mucho el agua y se pasa horas haciendo «largos», lo que está compensando es su incapacidad de fijar límites a los demás con la palabra y su incapacidad de asumir mayores cuotas de responsabilidad. En cambio, si lo hace por obligación, costumbre o receta médica pero no le gusta, tiene un problema con su intención de vida, tiempo de útero-parto. Nadar por nadar puede generar interferencias en el espacio socio-laboral pues, nadar en un espacio compartido, altera los vínculos activos pactados en el presente.

En cuanto a las técnicas y terapias que utilizan el agua/respiración como medio para realizar regresiones a memorias del pasado mi postura es que no son necesarias pues se puede acceder de forma sencilla y con menos riesgos, con un simple baño en el mar o en la piscina a condición de que hayas resuelto tu mapa emocional. Acceder a determinados momentos-espacios de la memoria, forzando con determinada técnicas físicas o químicas, sin haber generado un tejido personal fuerte, en el aquí y el ahora, ocasiona fisuras en el continuo espacio-tiempo que son difíciles de rastrear pues pueden afectar a cualquier persona que tenga un mapa emocional similar, en cualquier parte del planeta. 

Los cambios de percepción en nuestra conciencia de la realidad, para que sean sostenibles han de ser progresivos y lineales, forzar la evolución tiene un precio que alguien cercano (en el tiempo o en el espacio) habrá de pagar. 


Nadar por nadar

Una sencilla reflexión para ayudar a integrar el contenido de esta entrada: ¿Cuándo nadan los animales cuyo hábitat no es acuático? No me refiero a mojarse, refrescarse, como hacen los cerdos, los hipopótamos, los elefantes, etc. Hablo de nadar tal y como hacemos las personas, yendo de un lado a otro de la piscina o en el mar con la idea de hacer deporte o ejercicio. ¡Exacto! Solo lo hacen cuando hay que atravesar un rio, cuando caen al agua accidentalmente, o en casos similares. 

El miedo al agua ha hecho que los humanos prioricemos el aprendizaje de la natación desde edades muy tempranas cuando, a no ser que seas marinero, es una capacidad que, pocas veces vas a necesitar. Lo cierto es que el miedo al agua es una constante inserta en la memoria primitiva de la especie, algo que nos lleva a la impotencia de ser arrastrados por la corriente de una crecida imprevista, o de una marea más fuerte de lo habitual o similar. Y que saber nadar mitiga, en parte, la memoria de AHOGO que tenemos integrada en el kit de supervivencia. 

Lo que una mayoría no sabe es que, para ahogarse en el agua, una PERSONA/homo sapiens (no hablo de una especie anterior al sapiens) previamente ha de verse superada por las circunstancias ambientales, más concretamente por una gran dosis de impotencia, frustración o insatisfacción personal que la lleven a un estado de pérdida de identidad y/o tristeza que conlleva una regresión al punto cero o memoria del útero. Estas personas suelen tener aversión al agua y miedos relacionados con el ahogarse por lo que son las primeras en adiestrar a sus hijos en el aprendizaje de la natación.


Para terminar, recordar que no solo el ahogamiento en el agua sino cualquier accidente o enfermedad que nos haga desaparecer de la faz de la tierra requiere, previamente, que nuestra identidad personal haya sido borrada o lleva a límites de vibración que estén por debajo de la conciencia de humanidad.

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